Ciudades sin Agua, un Futuro que ya nos Alcanzó

Somos un país preponderantemente urbano, lo que no éramos hace escasos 38 años. ((Programa nacional de desarrollo urbano 2014-2018. DOF 30 de abril de 2014.))  Nuestro proceso de aglomeración humana ya se convirtió en 80 conurbaciones a lo largo y ancho del territorio nacional, creciendo a ritmos más rápidos que la producción nacional, la oferta de empleo y los recursos económicos que redistribuye el gobierno federal a los gobiernos locales, a través del gasto público y sus programas de gobierno.

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Esta rápida reconfiguración territorial del país no ha sido sorpresiva aunque tampoco prevista en una política de gobierno eficaz, pese a las señales de advertencia que continuamente nos dieron las ciencias demográfica, geológica y urbana.  Desgraciadamente ya se desdibujó nuestra capacidad de réplica oportuna para el sistema de conurbaciones creadas, donde impera el crecimiento desordenado y reina la improvisación de los servicios públicos.

Muestra de ello es la disponibilidad del agua.  Este vital recurso ya es escaso en muchas ciudades del país y una muestra de este problema nos lo da el decreto presidencial publicado el 24 de abril de 2018, que establece veda en la zona que ocupa el acuífero denominado San Luis Potosí, clave 2411, en el Estado de San Luis Potosí, que abastece de agua a más del 40% del Estado.

Este decreto suprime las vedas vigentes, la más antigua de 1961, que surten sus efectos en diferentes porciones del acuífero y emite una nueva veda que cubre la totalidad del acuífero, cuya cuenca hidrológica tiene una extensión del orden de los 1,980 km2.   Permite sólo la extracción de los pozos ya existentes.

El área incluye la zona poniente de la ciudad de San Luis Potosí, donde se ha generado el mayor crecimiento urbano desde principios de 1990 y se ubica en la parte norte de la Sierra de San Miguelito, área considerada de reserva natural debido a que representa una zona importante para la recarga del Acuífero. ((El impacto de la urbanización de la zona poniente de la ciudad de San Luis Potosí en el acuífero abastecedor 2411, a partir de la década de 1990 hasta la actualidad. Patricia de la Fuente. http://slideplayer.es/slide/5391050/))

La restricción de agua abarca, además, la totalidad del municipio conurbado de Soledad de Graciano Sánchez, la mayor parte de los municipios de San Luis Potosí y Cerro de San Pedro, así como una pequeña fracción de Mexquitic de Carmona, Ahualulco y Villa de Zaragoza.  La veda obedece al déficit persistente de agua contabilizado desde 2008, que al 30 de junio de 2014 ascendió a 75.3 millones de m3 anuales. ((Acuerdo por el que se actualiza la disponibilidad media anual de agua subterránea de los 653 acuíferos de los Estados Unidos Mexicanos, mismos que forman parte de las regiones hidrológico-administrativas que se indican.  DOF del 20 de abril de 2015.))

Pero esta es sólo una medida correctiva.  La solución no está en una receta de orden preventivo que podría parecer extemporánea, sino que en otras vías para encontrar la sustentabilidad de las ciudades, todas ellas soluciones vinculadas al crecimiento urbano con orden, con respeto a los usos previstos del suelo y con una debida planeación acerca de los espacios urbanos, el tipo de industria más conveniente, la supresión del desperdicio, la no degradación permanente de recursos hídricos y el apoyo eficaz de las autoridades locales, siempre escuchando la voz de la ciudadanía. ((El Agua un Destino Común: Aspectos Sociales y Cultura del Agua. Comisión del Agua CONAGO. 16 de Mayo de 2007.))

Todo esto parece una advertencia más de las que se archivan en la biblioteca del olvido.  Pero la gravedad de la situación prevaleciente en materia de ciudades sustentables, la estimamos de orden sustantivo.

Es conveniente reconocer que la política hidráulica respondió, desde principios del siglo XX, a las demandas de la sociedad mediante la construcción de infraestructura como son presas, acueductos, pozos y sistemas de suministro de agua potable y riego agrícola. Ello permitió el acceso al agua a un gran número de mexicanos, el desarrollo de la superficie agrícola bajo riego (la séptima más grande del mundo) y el crecimiento de la planta industrial (la más importante de América Latina en términos de producto sectorial per cápita). ((Programa Nacional Hídrico 2014-2018. DOF del 8 de abril de 2014.))

Actualmente el 69% del escurrimiento natural en el país se concentra en las cuencas de 12 grandes corrientes de agua, cuya área drenada sólo corresponde al 38% de la superficie continental, lo cual significa que más del 60% de tierra firme sólo dispone del 31% del propio escurrimiento.  De ahí la importancia de la gestión de las aguas subterráneas.

Estas aguas, las subterráneas, que abarcan 653 acuíferos, cubren gran parte de las demandas de agua de los desarrollos industriales y cerca del 65% del volumen de agua que solicitan las ciudades donde se concentran unos 60 millones de habitantes. ((Ibid.))

En ambos casos, cuerpos de agua superficiales y subterráneos, los problemas de disponibilidad son graves.  En las cuencas hidrológicas, el 14% de ellas tiene tales problemas y en las aguas subterráneas, el 33% padece un déficit en el abasto.

Para enfrentar esta realidad, el primer paso ha sido la imposición de vedas pero la solución de raíz rebasa los problemas de orden inmediato que enfrenta la administración del recurso (sobreexplotación, sobre-concesión y contaminación de los recursos hídricos), que requieren de una visión de largo plazo con acciones inmediatas, en donde se contemplen medidas conjuntas de grupos sociales y gobiernos: respeto al ciclo hidrológico, no contaminación, redes de distribución modernas, planeación de usos del suelo, consumo racional, respeto de las normas jurídicas y planes de gobierno, así como participación ciudadana.

Si todas estas soluciones, como otras tantas que seguramente escapan a este planteamiento, no son adoptadas de manera armónica en el futuro próximo, sólo habrá que esperar hasta donde llegan los déficits enormes de agua que enfrentan nuestras megalópolis y los grandes centros urbanos, antes de que las disputas por el vital líquido abandonen la vía pacífica.

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