La Guerra del Golfo de México

Acaba de publicarse, el 26 de julio último, el decreto de promulgación del Tratado con la República de Cuba sobre la delimitación de la plataforma continental en el polígono oriental del Golfo de México más allá de las 200 millas náuticas, hecho en La Habana, Cuba, el 18 de enero de 2017.

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Aguas y mares territoriales.
Soberanía.
Tratados internacionales.
Zona económica exclusiva
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Con este documento se completan formalmente los términos en que se llevará a cabo la explotación de los abundantes recursos de petróleo y gas, en el Golfo de México, adyacentes a nuestro mar territorial.  Como es sabido, la delimitación de la zona económica exclusiva entre los tres países colindantes en el Golfo – Cuba, Estado Unidos de América y México -, deja dos territorios en aguas internacionales con lecho marino profundo bautizados como los Hoyos de Dona, codiciados por sus amplias reservas de hidrocarburos.

El marco institucional y diplomático

La celebración de este tratado complementa las reglas vigentes para la explotación equitativa del energético, establecidas en otros textos jurídicos celebrados con el gobierno estadounidense.  Ellas quedaron plasmadas de la siguiente forma:

  • El Tratado sobre límites marítimos firmado en la Ciudad de México, el 4 de mayo de 1978, publicado el 28 de enero de 1998, donde se establecen los límites territoriales de su frontera marítima con la excepción de dos polígonos en el Golfo de México. A pesar de sus diferencias con respecto a los Hoyos de Dona, las partes reconocen el derecho recíproco a defender sus recursos petroleros sólo dentro del polígono occidental. El acuerdo creó una franja de protección en esa zona para ambos lados de la frontera de 2.8 millas náuticas de ancho. ((“Cruzando límites, México ante los desafíos de sus yacimientos transfronterizos”.  Juan E. Pardinas • Lourdes Melgar • Miriam Grunstein • David Enríquez.  Foreing Affairs, Red Mexicana de Energía. 2008.))
  • El Tratado sobre la delimitación de la plataforma continental en la región occidental del Golfo de México más allá de las 200 millas náuticas, firmado en Washington D.C., en junio de 2000 y cuyo decreto promulgatorio fue publicado el 22 de marzo de 2001. Mediante este documento quedó pactada una moratoria de 10 años, extendida tres años más, en torno a la definición de los límites de cada país sobre los denominados Hoyos de Dona y sin autorizar ni permitir la perforación o la explotación petrolera o de gas natural en la plataforma continental dentro de 2.8 millas náuticas del límite establecido.
  • El Acuerdo relativo a los yacimientos transfronterizos de hidrocarburos en el Golfo de México, firmado en Los Cabos el 20 de febrero de 2012 y publicado el 18 de julio de 2014, en el que se pacta la exploración eficiente, equitativa y ambientalmente responsable de los yacimientos de hidrocarburos compartidos que pudieran encontrarse a lo largo de la frontera entre ambos países (México y Estados Unidos) en el Golfo de México, localizados en el límite de sus respectivas plataformas continentales. Sin embargo, este acuerdo no cita nada sobre la explotación del polígono oriental (hoyo de Dona oriental), lo cual se resolvió en parte mediante el tratado ya mencionado con Cuba.

El enfrentamiento con los intereses estratégicos del vecino del norte

La tarea diplomática emprendida por México es digna de reconocerse ante el enfrentamiento de los intereses norteamericanos y el entorno en que se ha llevado a cabo.  Una mirada objetiva debe tomar en cuenta las siguientes realidades:

  • La explotación futura de hidrocarburos se encamina hacia el mar, si consideramos que el 70% de las reservas mexicanas probadas de crudo se ubican en regiones marinas y el 30% restante en campos terrestres; mientras que el 56% de las reservas probadas de gas natural se ubica en campos terrestres y el 44% en campos marinos. ((Punto de acuerdo, por el que se exhorta a la SRE y a la SENER a informar al Senado respecto de las negociaciones realizadas con Cuba y Estados Unidos de América sobre yacimientos transfronterizos continentales de hidrocarburos, suscrita por la senadora Gabriela Cuevas Barrón y la diputada Adriana González Carrillo. Comisión Permanente. 14 de enero de 2015.))
  • El Golfo de México representaba en 2007 para los estadounidenses la entrada del petróleo de América Latina: el 40% de la demanda de petróleo americano se cubría con el petróleo mexicano. Por ahí ingresa todo el petróleo del Golfo de Guinea, del Mar del Norte, del Golfo Pérsico. En la parte norte del propio Golfo de México está instalada la red de ductos submarinos más importantes del planeta. ((La exploración petrolera en las aguas profundas del Golfo de México.  A. Barreda, UNAM.  FTE. 2007.))
  • México es uno de los tres principales exportadores de petróleo crudo a Estados Unidos, mientras que este país se ha consolidado como el mayor proveedor para México de productos refinados derivados del petróleo, transportados a través del Golfo.
  • Según el Departamento de Estado del país del norte, se estima que podrían extraerse alrededor de 172 millones de barriles de petróleo y 8,600 millones de metros cúbicos de gas natural, en el límite de la plataforma continental de ambos países. ((“Entrada en vigor del acuerdo de yacimientos transfronterizos entre México y Estados Unidos”.  Nota de coyuntura, Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques.  Senado de la República, 23 de julio de 2014.))
  • Los puertos norteamericanos son estratégicos porque las principales instalaciones militares de Estados Unidos están localizadas al oeste de las Montañas Apalaches, lo que significa que es más fácil mover efectivos y materiales a través de los puertos de Houston, Galveston, Nueva Orleans y Mobile, que de los puertos de la costa este. ((“Los intereses estratégicos de los Estados Unidos en el Golfo de México”.  Agustín Maciel Padilla.  El Colegio de México. Foro Internacional. 1996.))

Nuevo camino para la política energética mexicana

La vía diplomática siempre ha sido nuestro mejor instrumento para convivir con el país vecino del norte y sus intereses geopolíticos.  De las realidades antes señaladas emergen las causas de algunas de ellas propiciadas por nosotros mismos, por la política energética del país seguida hasta la fecha.

Basta recordar el olvido del principio de todos conocido acerca de la transformación de nuestros recursos energéticos aplicado sólo a medias después de casi 80 años de vigencia y que, por ello, nunca fue palanca de nuestra industrialización, también alcanzada sólo a medias.  La negativa de anteriores gobiernos nacionales de establecer refinerías sólo nos ha generado ingresos petroleros mínimos si los comparamos con los que hubiera obtenido la nación si se tratara de productos refinados, y de los petroquímicos ya mejor ni mencionarlo.  A ello habría que añadir la relativa debilidad con la que nos enfrentamos en procesos de negociación comercial, al depender de importaciones estratégicas.

Una rigurosa interpretación del texto del artículo 27 constitucional, en cuanto al “aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación”, nos lleva a buscar el mayor valor agregado del petróleo.  De nada o poco sirve la difícil y larga lucha diplomática por los yacimientos fronterizos de hidrocarburos, si los exportamos como materias primas o actuamos pasivamente ante el uso intensivo del automóvil que sólo beneficia a un sector reducido de la población.

El Golfo de México es ahora una caja de resonancia de los intereses norteamericanos por el papel protagónico que están teniendo como productores y exportadores de hidrocarburos.  Sin embargo, este segmento de nuestro territorio marítimo también cuenta con una riqueza pesquera que debemos tener presente al plantear los alcances de nuestra autosuficiencia alimentaria.

Probablemente uno de los proyectos más importantes es el del Corredor Transístmico, anunciado por el próximo Gobierno Federal, susceptible a llamar la atención del interés de los Estados Unidos, dada la saturación de los canales marítimos y vías multimodales del comercio y el abasto norteamericano transfronterizo.  Si bien su enfoque social y regional es intachable, así como el marco jurídico de las zonas económicas especiales en que descansará, habría que considerar los efectos de este proyecto de vía ferroviaria sobre el tráfico marítimo y la protección ambiental del Golfo de México. ((Para conocer más acerca de las zonas económicas exclusivas, véase el análisis Las Nuevas Alternativas para el Sur y el Sureste.  SIEMéxico. Abril de 2018.))

 

Alejandro Spíndola Yáñez

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